
¿Puede un algoritmo elegir a la mujer más bella del mundo? Desmitifiquemos el mito: ¡los parámetros de la belleza no existen!

Escrito por: Elisa Avalle, Fundadora de LeLang
Hace unas semanas, me encontré con un artículo que decía que la actriz Jodie Corner (Killer Eve) fue declarada la mujer más bella del mundo por un algoritmo basado en los cánones de la belleza griega que considera las proporciones de la cara. Esto me llevó a una reflexión: ¿puede un algoritmo determinar la belleza de una mujer?
Creo que es imposible. La belleza y sus cánones evolucionan con la sociedad y una ecuación matemática no puede realmente elegir quién es la mujer más bella del mundo. Julian De Silva, cirujano estético de fama internacional, ha utilizado técnicas de mapeo facial para evaluar cánones estéticos inmateriales, las mismas técnicas que debería haber utilizado para conocer la exactitud de los procedimientos a los que se someten sus pacientes.
Cierto, hoy vivimos en una era en la que todo ya está decidido: nuestras redes sociales saben exactamente qué nos gusta ver, Google conoce nuestros movimientos y nos propone lo que podría interesarnos más, y las plataformas de streaming como Netflix o Spotify tienen un algoritmo tan sofisticado que eligen por nosotros qué ver o escuchar después, pero, por mucho que los algoritmos nos permitan simplificar nuestro entretenimiento, existen cosas sobre las que no deberían tener control. La más evidente es sin duda la que se refiere a los cánones estéticos.
Este sofisticado sistema de procesamiento de datos existe solo en base a la información que se proporciona, a las indicaciones sobre las cuales establecer sus respuestas. Por lo tanto, incluso detrás del cálculo realizado por la computadora sobre la mujer más bella del mundo, ha habido alguien que le ha proporcionado al algoritmo un canon estético muy preciso.
Entiendo y conozco perfectamente las dinámicas que están detrás de este mundo en el que las mujeres a menudo se sienten atrapadas. Si bien es cierto que existen rasgos que pueden atraernos más que otros, el rostro de cada persona presenta particularidades únicas en cada ocasión. Son esos pequeños detalles, a veces incluso defectos indefinibles, los que nos hacen enamorarnos, los que nos atraen y hacen que un rostro sea memorable. Pensar que existen cánones estéticos en los que hay que encajar para tener éxito es profundamente erróneo: es necesario comenzar a valorar nuestras pequeñas diferencias y a reflexionar sobre cómo a lo largo de los años el concepto mismo de belleza estética ha cambiado.
Debemos distanciarnos de la estandarización, al menos en lo que respecta a la belleza. La cosmética personalizada apunta precisamente a esto: porque un producto puede no ser adecuado para tod@s y puede tener efectos diferentes y debe ser utilizado en sinergia con otros productos para alcanzar los efectos esperados.
La idea de producir una hiperestandarización de los cánones es profundamente irrealista y no podemos responder proponiendo productos cosméticos milagrosos que sirven para tod@s. Los estándares de belleza son diferentes, múltiples y varían de mujer a mujer, de hombre a hombre, y por lo tanto es esencial avanzar, salir del mecanismo de la estandarización forzada y trabajar cada vez más en las personas y en sus necesidades reales.
Yo en primera persona me ocupo de crear cosméticos capaces de resaltar la belleza de cada uno, pero lo hago para que cada mujer u hombre sepa valorar su propia belleza única y particular. De mi experiencia puedo decir que no existe un producto cosmético adecuado a las necesidades de todos y esto me ha enseñado muchísimo sobre lo que seguimos llamando belleza, no existen cánones únicos: la cosmética personalizada se está convirtiendo en un must precisamente porque nos estamos dando cuenta de que la belleza objetiva no existe y que las necesidades de la piel, de realce del rostro y la lucha contra los estigmas no pueden funcionar de la misma manera para cualquiera.
Creo firmemente que no puede existir un algoritmo capaz de decirnos qué nos puede gustar y qué no, y que la belleza es profundamente subjetiva. Por eso nos dedicamos a ofrecer asesorías personalizadas a nuestros clientes para que cada uno se sienta bien en su propia piel en cada situación. Los cánones de belleza se renuevan continuamente, y seguir solo las tendencias no lleva a ninguna parte si no se adaptan a nuestro gusto o a las reales necesidades de nuestra piel. Mi objetivo no es transmitir un mensaje de mera aceptación de uno mismo, sino querer erradicar la costumbre de la comparación y la adaptación a un estándar en las personas para permitir que tod@s puedan expresar su ser y su única e inimitable belleza.
Elisa Avalle, CEO de LeLang
